saga of a desperate southern gentleman

viernes, noviembre 14, 2008

Nemo

Brüno, dibujante revelación de este curso, se encarga de esta adaptación del clásico de Julio Verne, Veinte mil leguas de viaje submarino. La novela toma el nombre del protagonista, el misterioso y, en este caso, oscuro capitán Nemo. La editorial Dibbuks ha optado por publicar directamente el tomo integral en blanco y negro y prescindir de la versión original en color.

La historia, el célebre biólogo marino Pierre Aronnax y su ayudante Consejo forman parte de la tripulación de la fragata Abraham Lincoln, al mando del almirante Farragut, que busca dar captura a un narval gigante que ha hundido varias embarcaciones. Durante su cacería, la embarcación es embestida por un misterioso animal marino que resulta ser el Nautilus, nave submarina capitaneada por Nemo. Aronnax, Consejo y el arponero Ned Land, únicos supervivientes del naufragio, son invitados por el misterioso marino a unirse a la tripulación del navío. La condición impuesta, jamás volverán a pisar tierra firme. A partir de ahí, nuestros protagonistas conocerán las maravillas del fondo oceánico –entre ellas, la mítica Atlántida- y se sorprenderán ante los avances técnicos de su anfitrión, al tiempo que vivirán mil aventuras.

¿Qué aporta esta adaptación? La plasticidad y el brío de los lápices del dibujante de origen alemán. El trazo caricaturesco, la línea grácil y detallada, de dinamismo extremo, embellecen el relato y aportan profundidad al personaje principal, que bautiza el libro. Hay leves variaciones respecto a la versión de Verne, la historia cambia de época y se sitúa la acción en pleno siglo XX y el final difiere, de manera acertada, con el original y adapta otro clásico de la literatura de aventuras, Moby Dick de Herman Melville, para poner punto y final a esta aventura que ha disparado la imaginación de muchas generaciones. Modernidad y clasicismo reunidos en este correcto libro del autor de otros títulos vistosos como Biotopo (Dibbuks) e Inner City Blues (Glenat).

lunes, noviembre 10, 2008

Peplum


Blutch es arrebatador, desasosegante, incómodo. La mancha puesta al servicio del dolor. Este Péplum, al fin editado en España por Ponent Mon, es una de las obras más acertadas del francés. Publicado en Francia por entregas en 1996, este cómic supuso la ruptura de Blutch con el género humorístico en el que se había formado bajo la protección de Fluide Glacial. Péplum es un término acuñado por la crítica cinematográfica francesa en los sesenta para referirse a esas producciones de aventuras ambientadas en la época greco-romana. No nos encontramos, empero, ante un tebeo de género. Blutch ambienta la historia en período histórico y empieza el relato ahí donde el Satiricón de Petronio dejó claroscuros, cabos sueltos, que se perdieron en los recovecos de la historia. También recoge el guante de Federico Fellini, quien se encargó de su adaptación al cine, para reinterpretar a su manera la que es considerada la primera novela de la cultura occidental.

Estructurado en once capítulos, el relato nos contará las desventuras de un esclavo que adopta la identidad del ciudadano Publio Cimbro, condenado al exilio por el César, quien vivirá con dolor la pasión de un amor imposible, una mujer atrapada en un bloque de hielo. Adapta la muerte de Julio César, narrada por Shakespeare espléndidamente, para situar en el tiempo su narración, y, a partir de ahí, Blutch nos atrapará con su trazo desgarrado y elegante en las correrías y pasiones desgraciadas del protagonista con el efebo Gitón, mujeres mutiladas, viejas o jóvenes, por su inalcanzable helado objeto del deseo. Esta representación perfecta de la belleza, tan inalcanzable como tristemente presente, llevará a Publio a la locura total. Es así, un relato del descenso a la demencia donde nuestro héroe es sustituido por una figura esperpéntica.

Gráficamente, Blutch apuesta por una composición bellamente clásica y un ritmo, punto fuerte del autor, extremadamente medido, que sumerge al lector en el desasosiego del protagonista. El dibujo, magnífico, atrapa con ese trazo grueso y elegante. Sin duda, Frederik Peeters bebió del estilo del francés en esta obra. Dinamismo y lírica, mancha y elegancia. Un tebeo genial, una de las novedades del año. Y esperemos que poco a poco podamos ir disfrutando de otros títulos de Blutch. De momento, releo y releo este Péplum, Blotch (La Cúpula) y La Voluptuosidad (Ponent Mon), los únicos trabajos publicados en nuestro país. Esperemos que se resuelva este flagrante vacío editorial.

sábado, noviembre 08, 2008

What is Success


¿Qué es el éxito para alguien como Allen Toussaint? Este caballero fogueado en mil tugurios y callejones de New Orleans no fue un rompelistas, pero parió un buen puñado de temas demoledores e influyó a toda una generación de músicos. De Dr.John a The Meters o The Band. Aprovecho el post del amigo The Heat Warps para enlazar este discazo. Ya que este post se centra en buena música negra, aquí podrán disfrutar de otro maestro más actual: Eli "Paperboy" Reed en el Paradiso, Amsterdam.

jueves, noviembre 06, 2008

Vacío perfecto



“De las situaciones reales se puede huir realmente;
de las pensadas, no hay retirada posible”.
Stanislaw Lem


Ejercicios experimentales como el de Stanislaw Lem en Vacío Perfecto engarzan en una rara tradición a la que sólo tienen acceso pocos maestros como Swift, Rabelais o Borges. El escritor polaco realiza en esta obra, excelentemente recuperada por Impedimenta, un sugerente trabajo de meta literatura o ciencia ficción cotidiana. Este primer tomo de la conocida como la “biblioteca del siglo XXI”, que completará la editorial madrileña con la publicación próximamente de Magnitud imaginaria y Golem XIV, contiene quince reseñas de libros inexistentes. Y, efectivamente, puede que podamos huir de la realidad, pero ante estas brillantes subversiones de los cánones literarios, no hay escapatoria posible.

Empezará Lem -injustamente adscrito a ese microcosmos de la literatura de ciencia ficción-, ya en el prólogo, a enmascarar su autoría en un juego de espejos en el que rompe esa función del crítico que le mantiene “encadenado al libro como el condenado a trabajos forzados a su carreta” y entregarse al subterfugio jocoso. El escritor jugará durante más de 300 páginas, con un trabajo de orfebre miniaturista, en la creación de mundos exuberantes de genio. En definitiva, abrazará un gigantismo propio de locos y maestros. Los temas tratados van desde el Nouveau Roman a las novelas de James Joyce, pasando por una explicación de las leyes físicas del universo que lo convierte en un persuasivo juego cósmico.

El núcleo del libro es la infinita capacidad creadora de la imaginación humana. A la imaginación se aplica, precisamente, la primera falsa reseña, centrada en el libro Les Robinsonades de Marcel Coscat, burdo remedo del Robinson Crusoe de Defoe, en el que el protagonista no está solo, sino que vive en una realidad superpoblada por su propia imaginación. De ahí, pasamos a un delirante artículo centrado en el Gigamesh de Patrick Hannahan, quien pretende hablar absolutamente de todo. Ejercicio mastodóntico que pone en entredicho supuestos ejercicios encumbrados de uno de los novelistas sagrados para el canon literario, James Joyce.

Hablará también Lem de sexo y pornografía; recreará la Francia de Luis XVI en la selva amazónica a manos de un grupo de nazis huidos tras la guerra que intentan negar la realidad y sustituirla por otra totalmente imaginaria; saltará, seguidamente, a parodiar la novela posmoderna y a entretenernos con una novela que no pasa (!?); prescribirá la receta idónea a la sociedad consumista con una propuesta de restricción que premia a quien no crea y castiga al que lo hace. Nos invitará en Do yourself a book a rehacer clásicos de la literatura, denunciará la dificultad de encontrar genios un mundo superpoblado y pondrá en duda todo lo que sucede en el universo en el libro sobre la teoría de las probabilidades, De impossibilitate vitae; De impossibilitate prognoscendi.

Nos adentrará en el mundo de la creación de seres racionales artificiales; se adelantará a la película The Game, en Being Inc, texto en que nos contará como la humanidad contratará los servicios de una empresa que le diseñe su vida hasta el último detalle; y culminará el trabajo con un discurso de aceptación del premio Nobel de física de perspicaz precisión.

Son mundos imaginados, sugerentemente reales, que nos llevan a creer que realmente Lem se ha leído estas falsas obras, y podemos, como muy bien dice Andrés Ibáñez en el prólogo, con “este exiguo volumen, que se lee en tres tardes”, obtener información equivalente “a tres meses de apasionante y delicada lectura”.

miércoles, noviembre 05, 2008

Gonzo: the life and work of Hunter S. Thompson



“El arte es largo y la vida corta,
y el éxito queda lejos”
Joseph Conrad

Hunter S. Thompson ha escrito algunos de los mejores ejemplos de aquello que se ha llamado Nuevo Periodismo. Junto a Truman Capote y Tom Wolfe, ha formado parte de la tríada más destacada del reporterismo estadounidense. Sin embargo, la imagen que mantenemos del narcisista escritor sureño es la de un hombre atiborrado de drogas, peligrosamente violento e impredecible, siempre listo a entrar aullando en una concentración de agentes de la sección de narcóticos o a huir de una isla sin pagar unas facturas de escándalo en todos los resortes de lujo en los que ha ido sembrando el caos.

En el soberbio documental de Alex Gibney, estrenado en la última edición del In-Edit Beefeater Festival de Barcelona, Thompson se confiesa ante la cámara. “Mi mito ha tomado posesión. Sería mejor que muriese. Entonces la gente podría servirse del mito para hacer películas”. El director de Enron, los tipos que estafaron América y Taxi al lado oscuro, ambos excelentes documentales, le toma la palabra al autor más salvaje del periodismo y, sirviéndose del ingente material sonoro y videográfico registrado por Thompson, nos entrega este Gonzo: the life and work of Hunter S. Thompson.

Gibney se centra en el escritor y prescinde de la figura pública. En este sentido, la película recorre la obra periodística de oro de Thompson aquella comprendida entre el reportaje Los Ángeles del Infierno, de 1965, hasta la ruptura con el editor de Rolling Stone en 1975. Una década de oro. Después quedó la decadencia, el hombre engullido por el mito. La caricatura. En esos diez años, se forjará el periodismo Gonzo: la realidad contada con técnicas de ficción y con un personaje central, el propio periodista, en busca del sueño americano a bordo de un tiburón rojo cuyo maletero parece “un laboratorio móvil de la sección de narcóticos de la policía”. El relato gonzo nace a principios de los setenta cuando la revista Scanlan’s Monthly le encarga un reportaje sobre el derby de Kentucky. El resultado fue el derby de Kentucky es decadente y depravado, texto en el que Hunter disertó de todo menos de la carrera de caballos.

Un año después, se presentó a sheriff de Aspen, Colorado. El momento es escenificado por el director con el actor Johnny Depp –narrador del documental-, revólver en mano, leyendo el programa electoral del candidato freak. Primero, levantar el asfalto de todas las calles y plantar césped. Segundo, cambiar el nombre de Aspen por el de Fat City, para impedir que los especuladores capitalicen el nombre de Aspen. Tercero, control de la venta de drogas, para que no haya afán de lucro, y castigo a los traficantes inmorales. Cuarto, prohibida la caza y la pesca para los no residentes. Quinto, el sheriff y sus ayudantes nunca deberán ir armados en público. Y sexto, se acosará sin tregua a todos los que se entreguen a cualquier tipo de especulación con la tierra. Thompson se tomó el reto como una nueva provocación contra el poder y no ganó por un puñado de votos.

Tras esta derrota, el periodista ponía rumbo a la ciudad de los casinos, con un cargamento de drogas y el abogado chicano Óscar Acosta de copiloto en este viaje al centro del sueño americano. El resultado es Miedo y asco en las Vegas, una pesadilla magistralmente escrita que encumbró a su autor y a la revista que publicó el reportaje: Rolling Stone.

En plena cresta de la ola, llegó la campaña demócrata de 1972. Thompson se coló en el cerrado mundo de la política de Washington y hundió, él solito, al candidato Edmund S. Muskie, insinuando que éste tomaba una extraña droga psicodélica, la ibogaína. Honroso patriota, abogó por George McGovern quién, gracias a la influencia de Thompson estuvo a punto de derrotar a la némesis del periodista, Richard Nixon.

Después llegaría la reclusión en el rancho familiar y la decadencia, hasta que en febrero de 2006, víctima de dolores crónicos de espalda y condenado a ir en silla de ruedas, el espigado heredero de Scott Fitzgerald se suicidara en la intimidad familiar pegándose un tiro. Sus amigos conocían los planes de Thompson para su funeral y así lo hicieron. Plantaron un cañón en medio de su rancho, atronaron el valle de Aspen con rock’n’roll, bebieron copiosamente y, tras la prescriptiva cuenta atrás, las cenizas del escritor quedaron esparcidas por su propiedad. El juego había terminado. Su prosa permanecerá. El film de Gibney rinde honrosa pleitesía al escritor.