saga of a desperate southern gentleman

miércoles, noviembre 05, 2008

Gonzo: the life and work of Hunter S. Thompson



“El arte es largo y la vida corta,
y el éxito queda lejos”
Joseph Conrad

Hunter S. Thompson ha escrito algunos de los mejores ejemplos de aquello que se ha llamado Nuevo Periodismo. Junto a Truman Capote y Tom Wolfe, ha formado parte de la tríada más destacada del reporterismo estadounidense. Sin embargo, la imagen que mantenemos del narcisista escritor sureño es la de un hombre atiborrado de drogas, peligrosamente violento e impredecible, siempre listo a entrar aullando en una concentración de agentes de la sección de narcóticos o a huir de una isla sin pagar unas facturas de escándalo en todos los resortes de lujo en los que ha ido sembrando el caos.

En el soberbio documental de Alex Gibney, estrenado en la última edición del In-Edit Beefeater Festival de Barcelona, Thompson se confiesa ante la cámara. “Mi mito ha tomado posesión. Sería mejor que muriese. Entonces la gente podría servirse del mito para hacer películas”. El director de Enron, los tipos que estafaron América y Taxi al lado oscuro, ambos excelentes documentales, le toma la palabra al autor más salvaje del periodismo y, sirviéndose del ingente material sonoro y videográfico registrado por Thompson, nos entrega este Gonzo: the life and work of Hunter S. Thompson.

Gibney se centra en el escritor y prescinde de la figura pública. En este sentido, la película recorre la obra periodística de oro de Thompson aquella comprendida entre el reportaje Los Ángeles del Infierno, de 1965, hasta la ruptura con el editor de Rolling Stone en 1975. Una década de oro. Después quedó la decadencia, el hombre engullido por el mito. La caricatura. En esos diez años, se forjará el periodismo Gonzo: la realidad contada con técnicas de ficción y con un personaje central, el propio periodista, en busca del sueño americano a bordo de un tiburón rojo cuyo maletero parece “un laboratorio móvil de la sección de narcóticos de la policía”. El relato gonzo nace a principios de los setenta cuando la revista Scanlan’s Monthly le encarga un reportaje sobre el derby de Kentucky. El resultado fue el derby de Kentucky es decadente y depravado, texto en el que Hunter disertó de todo menos de la carrera de caballos.

Un año después, se presentó a sheriff de Aspen, Colorado. El momento es escenificado por el director con el actor Johnny Depp –narrador del documental-, revólver en mano, leyendo el programa electoral del candidato freak. Primero, levantar el asfalto de todas las calles y plantar césped. Segundo, cambiar el nombre de Aspen por el de Fat City, para impedir que los especuladores capitalicen el nombre de Aspen. Tercero, control de la venta de drogas, para que no haya afán de lucro, y castigo a los traficantes inmorales. Cuarto, prohibida la caza y la pesca para los no residentes. Quinto, el sheriff y sus ayudantes nunca deberán ir armados en público. Y sexto, se acosará sin tregua a todos los que se entreguen a cualquier tipo de especulación con la tierra. Thompson se tomó el reto como una nueva provocación contra el poder y no ganó por un puñado de votos.

Tras esta derrota, el periodista ponía rumbo a la ciudad de los casinos, con un cargamento de drogas y el abogado chicano Óscar Acosta de copiloto en este viaje al centro del sueño americano. El resultado es Miedo y asco en las Vegas, una pesadilla magistralmente escrita que encumbró a su autor y a la revista que publicó el reportaje: Rolling Stone.

En plena cresta de la ola, llegó la campaña demócrata de 1972. Thompson se coló en el cerrado mundo de la política de Washington y hundió, él solito, al candidato Edmund S. Muskie, insinuando que éste tomaba una extraña droga psicodélica, la ibogaína. Honroso patriota, abogó por George McGovern quién, gracias a la influencia de Thompson estuvo a punto de derrotar a la némesis del periodista, Richard Nixon.

Después llegaría la reclusión en el rancho familiar y la decadencia, hasta que en febrero de 2006, víctima de dolores crónicos de espalda y condenado a ir en silla de ruedas, el espigado heredero de Scott Fitzgerald se suicidara en la intimidad familiar pegándose un tiro. Sus amigos conocían los planes de Thompson para su funeral y así lo hicieron. Plantaron un cañón en medio de su rancho, atronaron el valle de Aspen con rock’n’roll, bebieron copiosamente y, tras la prescriptiva cuenta atrás, las cenizas del escritor quedaron esparcidas por su propiedad. El juego había terminado. Su prosa permanecerá. El film de Gibney rinde honrosa pleitesía al escritor.

1 Comments:

At 5:31 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ganes tinc de veure-la, coññiiio.

 

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