saga of a desperate southern gentleman

martes, junio 09, 2009

Lo que arraiga en el hueso


El placer de la exhaustividad. Robertson Davies, según Rodrigo Fresán, es el eslabón perdido entre Charles Dickens y John Irving. Es probable. Así lo demuestra, de nuevo, en Lo que arraiga en el hueso, segunda parte de la Trilogía de Cornish, con que nos deleita Libros del Asteroide este año 2009. El escritor canadiense se adentra, con su habitual erudición, en la biografía de Francis Cornish, el misterioso mecenas muerto en Ángeles Rebeldes. Si entonces, tres albaceas luchaban por hacerse con un manuscrito inédito de Rabelais, ahora la trama arranca con las tribulaciones del padre Darcourt, quien ha estado investigando con la intención de escribir la biografía de su amigo Cornish, pero no consigue averiguar nada sobre su infancia y formación. Y ello supone un grave problema, no sólo por el afán de exhaustividad del profesor, sino porque, como se insiste desde el título de la novela, “lo que arraiga en el hueso no se desprende de la carne”. Y la infancia de Cornish, en el remoto pueblo canadiense de Blairlogie, fue de todo, menos convencional.

Descuidado por sus padres, fue criado por sus abuelos y su beata tía abuela Mary Ben, quien le reconvirtió al catolicismo más ferviente. Mimado por la cocinera, iniciado en el dibujo un embalsamador y un viejo manual de caricaturas e impresionado y conmovido por el loco.

Como en los anteriores libros de Davies, son incontables los ingredientes eruditos combinados y ensamblados con inusitada naturalidad en la trama; además, y como es también habitual en el canadiense, todos y cada uno de sus personajes gozan de una profundidad que les dota de vida propia más allá de la historia a la que se constriñen. Tienen alma. Y ello no es tarea menor. Para adoptar el punto de vista que le interesa al autor, y adentrarse en el terreno omnipresente que le permita esa exhaustividad al narrar la vida de nuestro protagonista, Davies, rizando el rizo, cede la narración a un daimon, ser divino encargado de tejer sutilmente el destino de nuestro protagonista, y al ángel de la biografía, Zadkiel el menor.

Estos seres, aparte de explayarse en disputas teológicas, nos sumergen en las técnicas de restauración y nos conducen por la frágil frontera que separa el arte de la artesanía por un lado, y el engaño por otro; de las veleidades de la crítica, la honradez y falsedad de los artistas y la hipocresía política en la Europa de entreguerras. Esta conjunción de asuntos puede crear la falsa sensación a quien lea esta reseña de que se encuentra ante una espesa y críptica novela intelectual. Falso, la prosa de Davies es cristalina y diáfana, bien regada de ironía, exquisitamente clásica en su construcción y brillante en su ejecución. Vibren con el escritor canadiense, no se sentirán defraudados.