saga of a desperate southern gentleman

martes, octubre 14, 2008

Dietario voluble

“No hago más que luchar siempre con la tensión entre ficción y realidad para alcanzar la verdad”
Enrique Vila-Matas, Dietario Voluble (2008)

Últimamente me supongo al autor de este Dietario Voluble sentado en un viejo escritorio encarado al ventanal de un luminoso y elegante piso, ya con el tiempo marcado en sus espacios, de esos que pueblan el ensanche barcelonés, con ese aspecto de viejo dandi que sobrevivió y aquí sigue, vistiendo unos ridículos pantalones cortos de colegial para un hombre que ya se adentra en los sesenta, maldiciendo el maldito destino que trae hordas de turistas imberbes a esta antigua ciudad layetana, tan provinciana bajo su maquillaje cosmopolita. Y escribiendo y leyendo, leyendo a esos autores que se suceden en sus entradas de este dietario, Kafka, Borges, Sebald, Julien Gracq y Magris, sobre todo Claudio Magris. Y anotando en una libreta refinadamente dejada en un rincón de la mesa: “Día completamente normal”. Entrando en calor en su mundo de realidad ficcionalizada, donde tan cómodamente se acopla el género ensayístico y la prosa autobiográfica.

La volubilidad recogida en este libro de Anagrama acopia una selección de entradas del dietario que el escritor barcelonés anota de forma ininterrumpida desde 1963, cuando era aún un mochuelo de 14 años con ganas de tocar la guitarra en una banda de pop, y que en el libro se centra en el período 2005-2008. Muchas de estas entradas ya han sido previamente publicadas en la edición dominical del diario El País en Cataluña. Sin embargo, contamos con numerosas entradas que permanecían inéditas y que conforman un tapiz gratamente sugerente.

A lo largo de estos tres años aquí escogidos hay un corpus que corta transversalmente esta colección de reflexiones. La grave enfermedad que afectó al escritor en 2006 y la nueva vida que se le presentó al sobrevivirla. Ese renacer abstemio y esos días extras encontrados y saboreados, bien sea a bordo de un avión camino de uno de sus constantes desplazamientos para asistir a una presentación de un libro, una charla sobre literatura o un encuentro con alguno de sus colegas; bien sea en la cotidiana vida de barrio que nutre su día a día. Encontramos en las entradas del dietario cambiante, mucha lectura y literatura (“Busco el recogimiento, porque suele ser más interesante la literatura que la vida. No sé si es paradójico, pero me gusta muchísimo la vida porque, digan lo que digan, se parece a una gran novela”), pero también cotidianidad sencilla aunque honda en su sentido. Y ahí coincidiremos con el autor en denostar esta ciudad condal vestida de puta vieja para atraer a hordas de turistas que observan nuestro ir y venir como retratando a chimpancés en el zoo. Y jugaremos con él en planear un exilio forzado a París para sentir nostalgia de Nueva York.

De golpe puede aparecer una hermosa y vibrante meditación sobre el sentimiento de la ofensa a propósito de unas páginas de Coetzee sobre la censura, y al poco, el elogio de la cita de la mano de Fernando Savater, un retrato sobre Pau Riba, un comentario laudatorio para La Vida de los Otros o una sesión de fotos con Isaki Lacuesta, emulando al esquivo Arthur Cravan. Vila-Matas demuestra de nuevo que es un maestro en la mezcla de realidad y ficción, usando la primera persona para diluir la frontera que separa la verdad referencial de la imaginaria y adentrándose en el desdibujado territorio donde nace la literatura. Citando a uno de sus autores mencionados, Jules Renard, “uno se cansa de escribir bien”, pero no se cansa de leer lo bien que escribe Vila-Matas.

1 Comments:

At 9:08 p. m., Anonymous Anónimo said...

gran vila-matas... sumbat però gran


abraçades =)

 

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