saga of a desperate southern gentleman

martes, octubre 14, 2008

Postales de invierno


Postales de Invierno salió publicada en 1976. Su autora, Ann Beattie, entró arrollando en el panorama literario con esta sencilla historia que narra la vida de un grupo de veinteañeros de clase media en la capital estadounidense –nunca citada, en la novela- en los últimos días de 1975. Habla Rodrigo Fresán en el prólogo de esta edición de Libros del Asteroide de una novela generacional. La novela retrata la juventud que siguió a la generación de los sesenta, la que tomó el relevo al hipismo. No obstante, llama la atención la capacidad del texto por mantenerse de actualidad 32 años después de su publicación. Uno de los elementos que mantienen la frescura de la novela es el trasfondo de depresión económica y crisis existencial que acecha a los protagonistas, situación que se antoja sumamente actual con la crisis económica en ciernes. El segundo de los elementos, es el acierto de la autora al pivotar toda la acción de la novela alrededor de los personajes y sus cinematográficos diálogos, situándonos en ese género tan en boga en el mundo del cómic como es la tranche de vie.

Beattie escribió la novela en la convalecencia de una gripe que duró tres semanas. En tan sólo 21 días, esta escritora bregada especialmente en el relato breve, desarrolló la historia y se notó que tenía una novela entre manos. La apuesta fue arriesgada al partir de estos cimientos imprecisos, pero salió airosa del trance. Sobre todo por la naturalidad que desprende la novela, y por el fenomenal retrato que hace la autora del género masculino. El protagonista de la historia es Charles, licenciado de 27 años que trabaja como funcionario y está enamorado de Laura, una mujer casada. Su círculo social se reduce a Sam (compañero eternamente en paro), su madre Clara (una mujer que arrastra su depresión por hospitales y bañeras), su hermana Susan (pragmática estudiante de enfermería), y el marido de su madre, Pete (alcohólico y amante de la cera abrillantadora de coche Turtle). Por este escenario desfilará también Pamela, ex novia de Charles que ocasionalmente disfruta del lesbianismo.

La virtud del desarrollo de la historia, su gran capacidad para epatar al lector en el uso agilísimo del diálogo, capaz de esbozar una sonrisa por penosa que sea la situación. Esa ambigüedad ha llevado a la crítica a dividirse en la opinión sobre si nos encontramos ante un drama o una comedia agridulce. El final abierto, perfectamente ejecutado, refuerza esta sensación. El uso de la tercera persona y las divagaciones, así como las descripciones de comidas y entornos refuerzan esta sensación de realidad seca e inmisericorde. Y otro punto que mantiene en boga la novela, es el uso de la música. En el prólogo se nos recuerda que es una de las primeras novelas con banda sonora. De hecho, se puede visitar el myspace de la obra para escuchar a Dylan, Joplin, Lennon y el resto de músicos que suenan en la radio del coche de Charles. Este uso innovador de la música será un recurso que después ha usado gente como Bret Easton Ellis, Richard Ford o Jonathan Frazen.

Y una idea que ha ido revoloteando durante toda la novela: la sensación de que Charles y sus amigos no son más que Carlitos y la pandilla de Peanuts, la gran tira de Charles Schulz, unos años después, ya crecidos, arrastrando su “angst” (angustia) vital por las decadentes calles estadounidenses, empapados de prozak y cerveza Duff.

A Beattie se le ha comparado con Salinger, John Updike y John Cheever, y coincidió en el tiempo con el auge del enorme Raymond Carver, con quién comparte esa cotidianidad mínima y desencantada. Libros del Asteroide irá publicando próximamente el resto de la obra de esta interesante escritora estadounidense.