saga of a desperate southern gentleman

miércoles, mayo 07, 2008

Kiki de Montparnasse

A principios de siglo XX hubo una reina en el parisino barrio de Montparnasse. Kiki, nacida Alice Prin, posó, amó, comió y bebió con algunos de los grandes nombres del arte moderno. Una lista que provoca vértigo: Pablo Picasso, Man Ray, Amedeo Modigliani, Tristan Tzara, Jean Cocteau, Marcel Duchamp, André Breton o Lee Miller, entre otros. Sin duda, su vida volcada en la bohemia, rompió moldes y causaría escándalo en la sociedad de la época. Ella vivió al margen de normas sociales, libre de ataduras de género, libre entre un puñado de libertinos, una puta para el resto de mortales y congéneres ajenos a las vanguardias artísticas que hervían en el París de aquellos tiempos. La materia prima de la que parten Catel Muller y José-Louis Bouquet es, por tanto, sugerente y generadora de expectativas.

El género de la biografía en el mundo del cómic ha aportado grandes obras en los últimos años. Uno de los ejemplos más significativos, sin duda, es el relato sobre la vida de Tina Modotti dibujada y escrita por Ángel de la Calle. Título en que la vida de la fotógrafa y el autor se entremezclan en un doble discurso de calidad contrastada. Una referencia que aparece, inevitablemente, al sostener el bello volumen editado por Sin Sentido sobre la vida de Kiki de Montparnasse. Edición primorosa y cuidada al detalle que invita a la adquisición del libro de casi 400 páginas.

No podemos, empero, valorar de igual modo el grueso del contenido. Catel Muller se ha dedicado durante años a ilustrar libros infantiles y a colaboraciones en distintas revistas. Como autora de cómics saltó a la palestra en el festival del Cómic de Angoulème de 2005, donde recibió el gran premio del Público por “Le Sang des Valentones”. Esta biografía es su segunda incursión en el mundo de la narración gráfica. Su trabajo no es para nada desdeñable, aunque a veces peque de un dibujo endeble, demasiado deudor de la narrativa dirigida a un público más infantil. No hay grandes alardes narrativos y si mucho oficio. Funcional aunque para nada espectacular o rompedor de moldes.

Pero es, sin duda, el trabajo del guionista José-Louis Bocquet, el que lleva la historia por un camino de capítulos y anécdotas inconexas de la vida de la musa de las vanguardias que, en su conjunto, dejan una sensación en el lector de “quiero y no puedo”. Tenemos una historia, en principio, que se antoja rica en detalles y lecturas que se adentran en la personalidad de una mujer adelantada a su tiempo por sus ansias de libertad personal, por su moral desinhibida y sin prejuicios, pero nos encontramos con una narración plana, propia de las superproducciones cinematográficas europeas en las que el exceso de intereses lleva implícito el fracaso del film. Demasiada carne para el asador. Bocquet es periodista, crítico literario, autor y guionista de cómic. Kiki de Montparnasse es su primera novela gráfica, pero ya colaboró en varia biografías como las de Hergé, Clouzot o Goscinny. No es que sea una obra desdeñable, pero se adentra en una tierra de nadie, donde el buen trabajo de ambos autores no desemboca en una obra de altura, ni en una lectura con capacidad de perdurar en el paladar del lector.

Los distintos episodios que se nos narran, la infancia de Kiki, sus duros inicios en París, sus primeros contactos con la bohemia, la explosión de su carácter desinhibido, su relación amorosa a lo largo de los años con Man Ray, su decrepitud y su muerte en la miseria y el olvido, no consiguen conectar con el lector. Están bien narrados, pero no logran empatizar. No nos adentran en el mundo de Kiki, somos incapaces de sentir por ella cualquier tipo de sentimiento. Impregna la obra un tono didáctico, de clase de historia, que impide que nos adentremos en el mundo de la reina de Montparnasse. A ello contribuye además una narración cronológica con ciertos anárquicos saltos de tiempo. Abundantes vacíos, cuyos motivos no se explican al lector y son responsables de un poso o sensación de narración, en parte fallida.

El voluminoso tomo nos aporta datos y muchos nombres, biografías complementarias de los distintos artistas que aparecen en la narración y una cronología detallada de la vida de Kiki. Apéndices y anexos que se agradecen. Lástima que nos encontremos ante una narración que no llena las grandes expectativas que despierta esa portada con “Le violon d’Ingres” y no podamos revivir y vibrar con París, cuando era una fiesta. Una lectura interesante, formalmente sobresaliente, que nos deja entrever lo que pudo haber sido y no fue.