Miedo y Asco en Castilla

- Ridiela les daba buen jarabe a estos modernos...

Cruzar las castillas siempre da un poco de repelús. No es necesario ir con una farmacopea a lo gonzo para sentir ese respingo que sube por el espinazo y empuja a uno que vaya cruzando la meseta a dar un poco más de gas para no ser atrapado por una horda de garrulos armados con boina y bastón. Y es que al cruzar Tarazona y adrentarse en esas tierras de Dios tan bien descritas por nuestros bruttos cronistas, desde Cela a Galactus, pierde uno la razón y cae en el MIEDO a ser linchado por una panda de paletos que desprecian cualquier signo de sofisticación que vaya más allá de las tetas de la Maña o el humor de Marianico el Corto. Parar a tomar un café en Villaciervos es sentirse Robert de Niro frente a Christopher Walken en el Cazador mientras juegan a la ruleta rusa. Es caer en el síndrome Easy Rider. Sentir todas esas miradas cavernarias mientras uno escucha de fondo a Paquito Jerez y el Mejorano cantando A todos los Españoles y ve que en la tele tienen en eterno loop a Fernando Alonso y el paticorto de Tele 5 haciéndole la pelota o el vídeo de la hija de Aznar con el Agag o un The Best of El No-Do junto a la foto dedicada de Franco es para dejar la cafeína y salir en estampida y no volver a echar la mirada atrás por temor a que le claven a uno el azadón entre ceja y ceja. Me imagino a cierto dandy tarao y su amigo samoano dejando un rastro de polvo y lisergia camino de Burgo de Osma y me río de las armas de destrucción masiva estadounidenses. Dos drogotas contra la España profunda. Un minuto de reflexión. Por cierto, crucé Castilla de ida y vuelta y estoy aquí para contarlo. Un consejo: no se dejen caer por Almazán pasada la medianoche...